Fernando Almela en la Colección del IVAM

Exposición

Interesado por el manierismo barroco, Fernando Almela declara también su admiración por grandes maestros universales como Cézanne, Matisse, Morandi o Sorolla, a los que rinde homenaje más o menos explícito en muchas de sus obras. En las temáticas elegidas observamos igualmente una vuelta, aunque con nuevos ojos, a las referencias citadas. Los bodegones de frutas —como la larga serie dedicada a los kakis del pintor chino Mu Qi (1210- 1275)— y de vasijas morandianas adquieren en sus manos singulares significados, tratados con diferentes técnicas que abarcan desde el dibujo a la tela o la escultura, pasando por la obra gráfica. Los paisajes —el otro asunto que acapara su interés— de opulenta vegetación versionan, alimentados por los múltiples escenarios hallados en sus viajes, un jardín de infancia mediterránea nunca olvidado. El espectador apreciará el original tratamiento de los planos pictóricos, uno de sus más brillantes hallazgos. Almela introduce hipnóticas distorsiones de la relación entre la figura y el fondo; la primera pasa a ser una vibrante, tangible  ausencia cuya médula no es otra que la nostalgia de las pérdidas; el fondo se convierte en la ocasión para experimentar, con tanta audacia como sutileza, sobre la base de una paleta de colores que nos remite inequívocamente a su origen valenciano. Las obras exhibidas en esta ocasión son una parte de la donación concertada por la Fundación Almela-Solsona —creada por el artista, heredera de su patrimonio y garante de sus objetivos— y el Instituto Valenciano de Arte Moderno, que pasa así a ser pinacoteca de referencia para la contemplación y el estudio de su obra.