JÚLIO QUARESMA. Arqueologías comestibles

NOTA DE PRENSA

Nota de prensa

31 de octubre 2014- 6 de enero 2015

Patrocina: Heineken

La exposición Júlio Quaresma.Arqueologías comestibles reúne 16 pinturas, 2 instalaciones y 2 vídeos de artista en la Galería 7 del IVAM. Las obras reflejan su especial visión   de las naturalezas muertas. En las pinturas de Quaresma hay intimidad, reflexión sobre la cercanía de las cosas y mirada sobre lo doméstico, pero también cierta teatralidad en la composición de los elementos y en el dinamismo de los propios soportes.

En sus imponentes bodegones destacan, junto a la carne o los vegetales, las máscaras de civilizaciones que conviven o chocan. Se muestran como previamente colocados para ser pintados, ubicados en mesas o repisas, con el objetivo de transmitirnos la elección de unos motivos seleccionados por el atractivo que descubre en ellos el artista, tanto en sí mismos como por su ubicación en una composición puramente creativa

El catalogo editado con motivo de la exposición incluye la reproducción de las obras y textos de Fernando Castro Flórez, comisario de la muestra, Achille Bonito Oliva, Desirée Martínez Beltrán y Fernando Antonio Baptista Pereira, catedrático de Bellas Artes de la Universidad de Lisboa.

Júlio Quaresma (Lunda, Angola 1958) es un artista y arquitecto que, en los diversos soportes y técnicas (vídeo, instalación, performance, pintura o escultura) ha manifestado una clara conciencia de los problemas sociales “sin caer en lo panfletario ni perder de vista la importancia de producir una experiencia estética”, como señala Fernando Castro, comisario de la muestra.

Lo carnal y corporal también ha sido una constante en su obra, así como la multiculturalidad, sus grietas y conexiones y los mitos que les sirven de base. En la exposición del IVAM, pueden observarse estas referencias en las pinturas e instalaciones. Las máscaras presentes en sus bodegones o en la mesa que escenifica el reparto del mundo o el banquete entre hombres y mujeres con máscaras de otras culturas. El vestido como parte de la representación social y los juegos de color-ausencia de color, se aprecian en toda la obra de Júlio Quaresma.

La comida es, pues, un resumen o una representación de lo real y su escenificación. El bodegón no deja de ser una metáfora de la riqueza, la pobreza y los valores místicos y estéticos (como en Sánchez Cotán, bodegones flamencos, naturaleza muerta cubista, etc).

El apetito por la comida y el deleite en las sensaciones derivadas del gusto se asocian al apetito por el sexo y la búsqueda obsesiva de los objetos del deseo. Schopenhauer clasificó las pinturas de naturalezas muertas como una clase de “lo encantador” señalando que no eran manifestaciones de “lo sublime” ni de “lo bonito” en pintura, pero también establece la analogía entre la comida colocada en una mesa para atrapar nuestra mirada y la disposición de un cuerpo desnudo de una forma calculada para desatar el deseo sexual. Contemplando los cuadros en los que Quaresma en los que aborda la temática del desnudo, advertimos que tienen algo de “testimonio” o memoria de una corporalidad distinta, de un encuentro con lo otro, con lo diferente y aún con el contrario.

Quaresma, que ha situado el cuerpo en un lugar central de su producción artística, muestra en esta exposición un vídeo en el que el acto de comer se convierte en casi un acto caníbal, advirtiendo de las formas en las que nos acercamos a otras naturalezas, tanto vegetales como animales. Precisamente, la relación con el cuerpo es analizada como una constante de la obra de Quaresma por el crítico e historiador Achille Bonito Oliva de manera primordial y Castro Flórez afirma que: “En buena medida Júlio Quaresma localiza el cuerpo como un “bodegón metafísico, o mejor, con aspiraciones trascendentes”.

Júlio Quaresma ha declarado sobre sus naturalezas muertas: “Hay también en los bodegones una posición política por detrás de una mirada irónica y transgresora. Pinto esencialmente vegetales, combinados en su mayoría con elementos poco comunes –máscaras de diferente culturas- que están llenos de fuerza e intensidad, creando así una nueva historia dentro de la composición”.

Según el artista, “las formas, los colores y las texturas sólo me interesan cuando por detrás se incorpora un simbolismo más social, político y sexual. Los alimentos no son iguales para toda la gente. Ellos ejemplifican la distancia y la diferencia entre hombres. Por otro lado, la dinámica que se imprime con esta arquitectura de volúmenes representa la diferente mirada que se va teniendo del tema cuando nosotros nos movemos en la vida”.