Natividad Navalón

La maleta de mi madre

Exposición

La exposición La maleta de mi madre, que cuenta una historia a través de cinco espacios, describe la relación entre madre e hija como interacción entre experiencia y nuevo comienzo. A partir de cierta edad, los hijos experimentan la responsabilidad que les transmite su madre. En la instalación El sueño de vivir estamos rodeados de objetos de la madre que transmiten bienestar intenso, calor, seguridad y confianza. En el arte, el pelo se utiliza a menudo como símbolo de familiaridad y feminidad. En la obra de Navalón Sentir el calor de mi morada unos cabellos largos de mujer salen de debajo de la almohada y se encuentran encima de la enorme cama blanca y llana de la madre. Por tanto, los primeros años de vida de una niña son los más importantes para el desarrollo hacia la mujer. A las niñas que se van haciendo grandes les gusta rodearse de objetos y ropa de su madre. Con su escultura Buscando esa mujer hay un bolso sobredimensionado en medio de la sala. Una niña con falda corta mete la cabeza en éste para registrar su contenido, según parece. Así, a través de la búsqueda de añoranzas y deseos sin cumplir, se sumerge en la personalidad de la madre y se identifica con ella. En la investigación de la relación entre madre e hija, ésta última todavía tiene un papel secundario en esta obra. Solamente en De madres a hijas la madre y la hija son iguales. La instalación De madres a hijas muestra veintiocho sillas grandes de metal dispuestas en parejas enfrentadas. Sobre cada par de ellas hay un extenso lienzo blanco que las une y que llega hasta el suelo. El paño puede representar un cordón umbilical sin cortar, o su ruptura cuando ha caído. La niña se ha hecho mayor y está sentada frente a su madre, a la misma altura que sus ojos, en una posición que expresa un diálogo o una confrontación. El enfrentamiento simboliza la igualdad de madre e hija. La instalación La maleta de mi madre consiste en doce maletas de bronce y fieltro, que están colocadas contra la pared. En la pared se puede leer lo siguiente: “Recuerdos, indecisiones, sueños y fracasos, consejos, presencias, deseos, ilusiones, dudas y naufragios, la tristeza, ?mamá, ¿ésa, dónde la pongo?’. Ahora, sola, ya no era una hija, ahora solo era una madre, tenía que pasar el legado que todas las madres tienen el privilegio de transmitir a sus hijas.” Las maletas contienen simbólicamente todo lo que integra la madre: la ropa, el olor, el recuerdo de tiempos pasados y el deseo de volver a tenerlo todo en mente. La vida se entiende como una transición en la que la niña experimenta todas las fases de la madre y en la que junto a la maleta se hace cargo también del papel activo de ella. La escultura Tiempo de arroz y sal se compone de una barca de plomo, de aproximadamente catorce metros de largo y nueve metros de ancho, lleno de toallas blancas enrolladas. La barca simboliza la partida y cambiar de vida. Las toallas representan pureza, inocencia, virginidad, tradición y limpieza. La joven se encamina al futuro, y repite, a su propia manera, el ciclo vital de la madre. Ahora sigue el camino sola; ya no tiene la madre enfrente. Se ha realizado la independización. La barca simboliza la despedida y la transición hacia una nueva vida. Navalón termina su viaje por la vida de una mujer con la instalación El paso del legado. Esta obra se compone de siete láminas de agua, azul oscuro, de diez centímetros de profundidad, y quince metros de largo cada una. En un extremo de cada lámina hay una banqueta blanca sobre la cual ha sido colocada una toalla también blanca. La madre ha desaparecido en el agua, dejando sumir, para siempre, su cuerpo en la naturaleza. La madre ya no está. Una meditada y silenciosa atmósfera llena la instalación y la sala. Situada en un extremo vemos la escultura en fibra de vidrio de una niña intentando introducirse en la pared. Un nuevo ciclo vital está a punto de empezar con nuevas madres e hijas. En el arte, el agua representa el transcurso de la vida que desemboca en la muerte, tal como el río en el mar. El agua expresa la esperanza de una muerte en paz, cuando la ola apacible se mueve imperceptiblemente de una vida a la otra. El alma sobrevive a todos los ciclos y procesos, vive en nosotros sin ningún esfuerzo por nuestra parte. La llevamos dentro de nosotros, rodeados de la infinidad de la existencia.