De Picasso a Jeff Koons

El artista como joyero

Exposición

Es joyería, pero ante mis ojos, es sobre todo arte. Y aquí me encuentro, proponiendo una narrativa diferente sobre la joyería, que nada tiene que ver con la del brillo de las páginas de las revistas de moda. Es la historia de algunos artistas de renombre, hombres y mujeres, que se interesaron por esta aventura inspirados por el amor a una mujer, por el reto o simplemente por el interés en este particular medio de expresión. Mi pasión por la joyería artística nació el día en que mi marido, escultor, Bernar Venet, se entretenía enrollando una fina tira plateada alrededor de mi dedo anular izquierdo para hacerme un anillo de boda. Este primer gesto, tan emotivo por su espontaneidad, me impactó sobremanera. Me permitió descubrir el universo apenas conocido de obras de arte tan singulares y valiosas. Preciosas por su rareza, pero también por el contenido simbólico que a menudo se encuentra en el origen de su creación. Una pieza se puede crear como única o como una edición de varios ejemplares (normalmente entre 8 y 12), pero a veces se diseñan pensando en una persona en particular. Picasso recogía guijarros en la playa y después los pintaba como joyas para Dora Maar. Grabó el retrato de Marie Thérèse sobre piezas de huesos. Giacometti hacía botones para su amiga Elsa Schiaparelli y luego los transformaba en broches para sus amigos más cercanos. Frank Stella, como muestra de amistad, me regaló un collar único de titanio antes de aceptar un trabajo sobre una pequeña edición de anillos de oro espectaculares. Germana Matta me contó cómo el mismo Roberto puso cuidadosamente una pieza de joyería alrededor de su cuello… Estas anécdotas muestran la especificidad de estos objetos que combinan una historia personal con la historia del arte. Son muchos los ejemplos, y estas minúsculas obras de arte también le dan al artista la oportunidad de poner a prueba su capacidad práctica para hacer frente a complicaciones inesperadas. Hoy, tras 25 años de investigación y colección, tengo alrededor de 130 pequeñas piezas de arte que se pueden llevar en la muñeca, en el cuello o en los dedos. Cuando selecciono una de las piezas de mi colección para una ocasión especial, siempre siento una sensibilidad extrema porque las siento muy cerca de mí, por su relación íntima con el arte. Me puedo poner un Takis en la muñeca, o verme reflejada en un Kapoor colgado de mi cuello; cuando me los pongo, permito que otras personas los vean, y, de alguna manera, es un placer sentirme como una abanderada. A menudo me encuentro con mujeres y hombres, coleccionistas o distribuidores, que comparten mi afición por las joyas de diseño. ¡Trasladaremos nuestras obras únicas de país en país! En Londres, una riqueza de conocimiento en el equipo del matrimonio Martine y Didier Haspeslagh en Didier Antiques, y la pasión por las nuevas colaboraciones que se pueden encontrar con Elisabetta Cipriani y Louisa Guinness en sus galerías epónimas; en Milán, la inestimable ayuda y el consejo de GianCarlo Montebello que ha trabajado íntimamente con grandes artistas: Man Ray, Fontana, Arnaldo y Gio Pomodoro, Niki de Saint Phalle, entre otros; en Verona, Marina Ruggieri; o, en París, Esther de Beaucé de miniMasterpiece que en la actualidad trabaja estrechamente con artistas contemporáneos en pequeñas ediciones: Arman, Rebecca Horn, Jannis Kounellis, Pol Bury, François Morellet y Lee Ufan, por nombrar a algunos de ellos. Por supuesto, no podría olvidar el conocido y encantador establecimiento Grassy en Madrid, donde han realizado un trabajo excepcional con Antony Caro y ediciones con Blanca Muñoz. La historia de la colección que se presenta en el IVAM es fruto de mi amistad con tantos artistas. DIANE VENET