El siglo de Giorgio de Chirico

Metafísica y arquitectura

Exposición

Redescubrir a Giorgio de Chirico, a casi treinta años de su muerte (acontecida el 20 de noviembre de 1978). Adentrarse en los recovecos de sus complejas y a veces herméticas pinturas. Despojarle, finalmente, del traje conservador que le ha sido, a menudo, cosido encima. Seguirle en sus atrevidas variaciones estilísticas, en sus audaces acrobacias lingüísticas. Y desvelar la identidad de un artista dotado de una personalidad precaria y huidiza, que sabe entregarse a muchas máscaras: se enreda en una maraña de felices contradicciones, se sustrae a toda rígida coherencia, para acoger, en sí, actitudes y tensiones. Ante nosotros se delinea el perfil de un pintor que Jean Cocteau ha descrito como un asesino, hábil en un primer momento para tranquilizar a su víctima, y así golpearla después por detrás. Un traidor que se remonta a memorias lejanas. Y, a la vez, entra en contacto con las experimentaciones de las vanguardias. Se vincula a recuerdos distantes. Y, al mismo tiempo, incide fuertemente sobre los modos y sobre las estrategias de la sensibilidad contemporánea. Esta apremiante actualidad emerge, de forma particular, si se examina el diálogo mantenido con el espacio de la arquitectura. Sapiente custodio del arte del saber componer (y descomponer) las formas, De Chirico bebe en un vasto archivo de arquetipos, hecho de figuras sólidas como plazas, torres, arcos y columnas. Y también de motivos líricos como sombras, vacíos, silencios y perspectivas transgredidas. Un alfabeto que es sometido a modificaciones inesperadas y a juegos enajenantes. Se trata de un silabario que, de forma no siempre evidente, influenciará significativos territorios de la búsqueda proyectiva del Novecento. Desde las etapas del rappel à l’ordre a las fases de lo postmoderno. De los partidarios del retorno a una austera monumentalidad a los protagonistas del decostruccionismo, de los creadores de las ciudades del silencio de época fascista a los profetas de una arquitectura diseñada, libre de obligaciones y deberes. Estas atmósferas atraviesan El siglo de Giorgio de Chirico. Metafísica y arquitectura. Una exposición que se presenta como una especie de novela visual, subdividida en tres capítulos. El primero –“De Chirico y la arquitectura”– indaga sobre la presencia de algunos estilemas constructivos en las telas dechiriquianas. El segundo –“La arquitectura y De Chirico”– se detiene en los reflejos y los ecos ejercidos por la obra del Pictor Optimus sobre la poética de proyectistas de varias tendencias, desde los años veinte hasta hoy. El tercer capítulo, finalmente, alberga el viaje fotográfico de Gabriele Basilico en distintos lugares italianos densos de huellas y de asonancias metafísicas. Hojeamos las páginas de una narración por imágenes, entre indicios e ilaciones, entre pistas e indicaciones, para apenas rozar los secretos de una historia desconocida. Y, sin embargo, el enigma permanece. El gran asesino continúa fascinándonos y desorientándonos. Todavía nos hiere.