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Colección del IVAM. XXV Aniversario

21 que por su rareza y excepción solicitan el asombro, la irresistible fascinación en la que se encuentran saberes y fantasía. Ha sido Hans Blumenberg quien, al explorar los momentos de formación de la curiosidad moderna, ha sugerido un mapa de relaciones que se hallan en la base de aquellos mecanismos que rigen los sistemas de la curiosidad y del gusto. Una compleja red de relaciones decide la forma de organización de los sistemas de análisis que se hallan en la base de la curiosidad y del gusto modernos. En esta misma dirección y perspectiva históricas aparecerán nuevas formas de coleccionismo, siendo el museo en sus variantes modernas y actuales uno de los modelos de mayor prestigio y legitimidad. El arte moderno reivindicará el aura de lo excepcional y maravilloso, creando sus propios gabinetes del gusto. Una larga historia que podemos imaginar acudiendo a la historia de nuestra propia cultura artística. Tras estas nuevas colecciones o aquellas otras más lejanas en el tiempo, sigue vive la figura de quienes hicieron del coleccionismo una manera de reunir las variaciones del mundo y de la cultura en el espacio fantástico de sus gabinetes o museos. Walter Benjamin dedicaba en 1937 unas páginas a este asunto, una reflexión que sigue siendo hoy lúcida y oportuna. En torno a la figura de Eduard Fuchs plantea el doble problema de los caracteres psicológicos del coleccionista y de la naturaleza del coleccionismo en tanto que traslación de la historia de la cultura a un espacio patrimonial en el que los bienes adquieren el valor añadido que el gusto y la pasión les concede. Tras esta operación se disfraza otra no ajena a los intentos de recuperación histórica, siguiendo el fils rouge de la memoria, cifrada ahora en los objetos de la colección. En ella duermen despiertos, como escribiera Mario Praz en La casa della vita los momentos felices de una historia que en parte discurre paralela a la de la curiosidad y el gusto de las diferentes épocas, dando lugar a aquellos lugares que la fantasía y el errante deseo del coleccionista instituyen. 3 JACQUES LIPCHITZ David and Goliath, 1933 Escayola, 87 x 101 x 66 cm. Donación Jacques and Yulla Lipchitz Foundation Inc. Desde esta perspectiva resultaría apasionante recorrer las grandes colecciones que a lo largo del siglo XX se han ido configurando con el propósito e intención de reunir el llamado arte moderno. Y no sería ocioso recordar el papel fundamental que el MoMA tuvo a través de sus primeras exposiciones de los años 30 a la hora de establecer los principios y criterios historiográficos que han sido aplicados y validados durante décadas a la hora de organizar los diferentes museos de arte moderno. Una forma de pensar y exponer el arte de clara intención historicista que sirvió de base para abordar los numerosos proyectos que a partir de los años 50 se multiplican en el espacio europeo y al que se sumará España más tarde. Se trataba tanto de una cuestión teórica como de aquella otra más relacionada con las ideas acerca del museo como espacio de representación del arte. Una y otra, intrínsecamente relacionadas, pautaron los modelos que se implementan en la segunda mitad del siglo XX y que son cuestionados a la hora de repensar las formas del museo y sus estrategias expositivas. Un generoso y lúcido esfuerzo ha guiado el trabajo de formación de la Colección del IVAM a lo largo de los 25 años de existencia. Una primera etapa centrada en las décadas de la primera mitad del siglo hasta la Segunda Guerra, y una segunda que recorrería desde los años 50 hasta mediados los 90 articulan las fases de la Colección y sus nudos fuertes. Debe sumarse una tercera etapa que aborda los años últimos lo que permite al IVAM mantener un diálogo con los procesos y propuestas del panorama más contemporáneo. De forma directa esta exposición conmemorativa del XXV aniversario de la institución sigue el eje del desarrollo citado.


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